lunes 30 de julio, 2018

VITAMINA D PARA TRATAR LA DERMATITIS ATÓPICA

La dermatitis atópica -DA- se define como una enfermedad de la piel que produce inflamación cutánea crónica, intensamente pruriginoso (picazón agudo), de carácter recurrente y con lesiones que causan dolor y malestar [1]. Quienes la padecen poseen un mayor riesgo de sufrir infecciones epidérmicas, debido a un déficit en su sistema inmunológico innato y también por su incapacidad de producir péptidos antimicrobianos (proteínas de origen natural con propiedades antibióticas) de gran espectro, como es el caso de la catelicidina (defensa inmune que actúa en contra de una infección bacteriana invasiva) [2].

Aunque el término dermatitis atópica (DA) parece reciente, lo cierto es que fue introducido en 1933 por Hill y Sulzberger en respuesta a su cercana asociación con la alergia respiratoria, sin embargo, su etiología, al igual que otras enfermedades alérgicas, se considera multifuncional: “resultado de interrelaciones genéticas (psicológicas, fisiológicas, inmunológicas) y ambientales (dietéticas, farmacológicas, clima, agentes contaminantes)”. Entre los factores que agudizan este trastorno se encuentran las alteraciones emocionales, exposición a alergenos, infecciones cutáneas y el uso de jabones o lociones irritantes [3].

La dermatitis atópica afecta al 10-20% de los niños y al 1-3% de los adultos, sin embargo, la frecuencia de esta enfermedad se ha incrementado de 2 a 5 veces en los últimos 20 años a nivel mundial, sobre todo en países industrializados.

A pesar del explosivo aumento, el 60% de los pacientes con DA se consigue diagnosticar antes del primer año de vida y el 85% antes de los 5 años [4]. El índice clínico que se utiliza para medir el nivel de la dermatitis atópica en pacientes se conoce como SCORAD (severity scoring atopic dermatitis), en donde se valoran características propias como enrojecimiento, hinchazón, exudación, formación de costras, entre otras, y síntomas subjetivos relacionados con la calidad de vida: picor, trastorno del sueño. Según la intensidad de los síntomas se clasifica la enfermedad en dermatitis atópica leve, moderada o grave.

Hasta el momento la DA no tiene cura, por tanto, el tratamiento clínico disponible apunta a dos grandes objetivos, el primero es aliviar los síntomas de la enfermedad y controlar los brotes, y el segundo, disminuir la frecuencia de los mismos, modificando así el curso de la patología [5]. Bajo estos parámetros, los fármacos de primera línea que constituyen mejorías son los corticoides tópicos y los inmunomoduladores tópicos (tacrólimus y pimecrólimus), que se deben emplear según la etapa en que se encuentre la DA (leve, moderada o grave). Su uso se utiliza por ciclos cortos (1-2 semanas) con el fin de ser efectivos y seguros para el paciente. También se emplea para el tratamiento inmunosupresores y fototerapia, aunque en casos severos.

DERMATITIS ATÓPICA Y UNA NUEVA OPCIÓN TERAPÉUTICA

En la búsqueda de una alternativa para combatir la dermatitis atópica, se ha descubierto que la vitamina D tiene un papel preponderante en el correcto funcionamiento de la epidermis, barrera que justamente se encuentra alterada en pacientes con este padecimiento.

Una investigación desarrollada en Mongolia durante el invierno reunió a 107 niños con edad promedio de 9 años que padecían dermatitis atópica, quienes aleatoriamente recibieron tratamiento con suplementación de vitamina D (1000 UI por día) y el resto con placebo. Al mes los niños que recibieron vitamina D en suplemento vía oral poseían una notoría mejora en comparación con el grupo placebo [6].

Otro estudio llevado a cabo en adultos con obesidad en la ciudad de Massachusetts concluyó que aquellos que presentaron deficiencia de vitamina D, tenían cinco veces más probabilidad de tener dermatitis atópica con respecto a aquellos que presentaron niveles aptos de vitamina D [7]. Por otro lado, la evidencia científica también remarca que “los pacientes con dermatitis atópica se observa una relación inversa entre los niveles séricos de vitamina D y la severidad del trastorno”. Es decir, entre más bajo el nivel de vitamina D en el organismo, más grave se presenta la dermatitis atópica, al igual que sus síntomas.

Cabe destacar al mismo tiempo que los países de latitudes más altas presentan deficiencia y menor producción de vitamina D (más alejado de la línea del Ecuador), de modo que la suplementación oral podría impactar positivamente en la mejoría clínica de la dermatitis atópica. Sin embargo, la evidencia científica señala que se necesita más investigación, ya que aún presenta controversia la importancia de la vitamina D en el tratamiento de esta enfermedad. Ha de esperar entonces que nuevos estudios descubran la forma final de combatir la dermatitis atópica y por qué no la cura.

Contenido generado por:

Alexandra Ancalaf M., agencia digital de Comunicaciones Animal Creativo, para Grünenthal Chile.

Suplemento alimentario. Dto N°977/96 Reglamento sanitario de los alimentos